Dedicatoria...

Ventana mágica, una entrada a un mundo de fantasía que siempre estará abierta, para que en ella vivas los sueños que creas imposibles de lograr.
Mientras creas que el puente más hermoso entre tu mundo y el mio es el arco iris, que el sol sonrie y que en la luna se esconde la hermosa Señora, mientras veas en la cascada la cabellera de la dama y que las nubes son de algodón. Siempre estara viva la ilusión.
Ventana mágica esta dedicada a ese niño especial... a José Manuel a Vanessa Carolina y sobre todo a mis sueños y a esa niña que llevo por dentro.
María Lasalete Marques ®

domingo, 13 de julio de 2008

Caperucita Roja




Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba tanto que todos la llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
—Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este tarrito de mantequilla.Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:—Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.—¿Vive muy lejos?,
le dijo el lobo.
—¡Oh, sí!, dijo Caperucita Roja, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del pueblo.
—Pues bien, dijo el lobo, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
—¿Quién es?
—Es su nieta, Caperucita Roja, dijo el lobo, disfrazando la voz, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.
El lobo tiró la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía.
En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.
—¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:
—Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
—Tira la aldaba y el cerrojo caerá.Caperucita Roja tiró la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:
—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su abuela en camisa de dormir.
Ella le dijo:
—Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
—Es para abrazarte mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
—Es para correr mejor, hija mía.Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
—Es para oír mejor, hija mía.
—Abuela, ¡que ojos tan grandes tiene!
—Es para ver mejor, hija mía.
—Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
—¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.
MORALEJA
Aquí vemos que la adolescencia, en especial las señoritas, bien hechas, amables y bonitas no deben a cualquiera oír con complacencia, y no resulta causa de extrañeza ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña, silenciosos, sin odio ni amargura, que en secreto, pacientes, con dulzura van a la siga de las damiselas hasta las casas y en las callejuelas; más, bien sabemos que los zalameros entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros.

CHARLES PERRAULT(FRANCIA, 1628-1703)

Post tomado en su totalidad de


más que deseo compartir en mi Ventana.

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Orgullosa de Ser Venezolana...Tierra de Gracia y Bendecida por Dios.

Quien cuando niño, no tejió universos de cristal, miro las nubes como algodones en el cielo, al sol le dibujo una amplia sonrisa, no le puso alas al corazón.

Como si fuera una mariposa que aletea, en cada amapola del jardín. Se maravillo de las crisálidas que aspiran abrir sus alas y volar al cielo.

Quien al mirar a un niño, no recuerda su corazón inquieto ante el primer día de clase, sintiendo su corazón volar cuando sale al patio del recreo, y tras la columna comienza a mirar aquella princesa, o príncipe a la que quiere dar su primer piquito, o tomarle de la mano.

El Amor va floreciendo en el corazón de cada ser, desde que nace hasta el instante mismo dónde sus ojos cierran.

Ventana Mágica, es tuya y mía, sin dejar de ser la ventana de ellos, por la cual deseo que miren cada mañana y que pinten sus sueños de lo posible.

Pues cuando muera en el adulto el niño interior, la vida tan sólo no tendrá sentido, ni razón de existir.

En esta ventana despierta, al asomomarse a ella el mundo capaz en que ambos podemos estar sobre ella, como si en un diálogo nos dijéramos de sueños anhelados.

Y así cual dos enamorados, amar la vida que se transforma en el marco de madera dónde podemos transitar libremente de la fantasía a lo que llamamos realidad.

Yo diseño sueños, de ti quiero las acuarelas, de sus manos pretendo la inocencia de pintar el sol de azul y las nubes de amarillo.

Mientras tú y yo vemos un enorme misterio en el Amor, para ellos el amor es la parte vital de su esencia.

Una ventana para soñar, un arco iris como puente entre mi mundo y el tuyo, manantiales que brotan de los girasoles, campanas que suenan, árboles que extienden sus brazos para acariciarnos bajo su sombra, y desprenden sus raíces convirtiéndolas en pies, para correr junto a mi.

Lluvia cual manantial de cielo que se une jubilosa en una danza recostándose en forma de rio, deja que mis estrellas bailen en estas páginas, dándole color a los días en mi lienzo de la noche.